Dimensiones
Nuestra vida tiene muchas dimensiones: individual, social,
de especie y cósmica, son algunas de ellas. Cada una de estas tiene su propia
dinámica, su propia lógica y sus propios paradigmas. Tal como sucede con las
leyes físicas, una dimensión del acontecer va incorporando a otra. El tiempo
lineal no es el mismo que el tiempo cósmico.
Desgraciadamente el mundo actual suele imponernos una
dimensión sobre las demás. Esto trae mucho sufrimiento porque nos hace percibir
solo una parte de nosotros mismos y de las cosas.
El problema es si la dimensión individual nos impide vernos
como seres sociales. O si la dimensión social impide respetar la dimensión
individual. El problema es que esa dualidad no resuelta nos imposibilita apreciarnos
como especie o como seres cósmicos.
Los regímenes políticos que priorizan a la sociedad sobre el
individuo limitan una de las dimensiones más importantes del hombre que es la
dimensión individual.
Los regímenes que solo conciben al hombre como individuos y
no consideran el todo social, crean individuos de un desproporcionado egoísmo,
que a la larga viven en una gran infelicidad y la generan sobre los demás.
Si defiendo mi individualidad, aunque esta haga daño a la sociedad, entonces no estoy siendo justo
conmigo ni con los demás.
Si defiendo la sociedad, aunque esta oprima al individuo,
hago daño al hombre y, a la larga, también a la sociedad.
Lo mismo sucede con la falta de una perspectiva de
compromiso con nuestro medio ambiente y con
la falta de entendimiento acerca de nuestra dimensión sagrada, fuera de
las nociones de tiempo y espacio.
Esta falta de equilibrio hará que no seamos capaces de
entender nuestra responsabilidad como especie y nuestra misión espiritual de
acceso a la armonía universal.
No podemos ser completos si no existe una armonía entre
todos los niveles de existencia. Porque para percibirnos, finalmente, como
seres cósmicos, insertos en una realidad que es múltiple y unívoca, es
necesario conjugar todas nuestras realidades, hacerlas una y construir un
verdadero yo, libre de ataduras y pleno de sentido.