martes, 14 de abril de 2009

No te piques II

A ver, a ver. Al parecer, este señor es juzgado por varias cosas.

Lo condenaron por matar y secuestrar gente, usando el aparato del Estado. Dicen sus defensores que no hay pruebas. Los que sostienen eso, seamos sinceros, piensan in péctore, que se le debería perdonar, pues, aunque su culpabilidad es evidente, lo hizo para salvar al país. (¡Vaya salvación!).

Ahora se le hace un nuevo juicio por ladrón: Le dio quince millones de dólares a su asesor, como agradecimiento por sus invalorables servicios al país. Fue, obviamente, una entrega de dinero ilegal, tramposa. Algo a lo que, seguramente estaba acostumbrado.

Fue, también creen ellos, para salvar al país de un golpe de estado. Digamos que si fue así, ¿cómo explica que este asesor haya llegado a tener tanto poder? ¿Quién se lo otorgó? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué quería callar con esa entrega inmensa de dinero?

Y ¿cómo explica que todos los servidores que tenía, simplemente obedecieron su orden de pagarle, sabiendo que era ilegal?

Ese es el resultado de un estado manejado desde arriba por un todopoderoso dictador, en manos de un asesor corrupto. Así funcionan las cosas en tales regímenes. No hay controles y en vez de servidores, existen lacayos.

Como en el caso de Chile, más terrible para la gente, que matar, podría ser robar desde el gobierno. Luego de esta sentencia vergonzosa. Ya no podrán hablar de patriotismo. ¿Lo veremos nuevamente gritar su inocencia?

No lo creo. Es un político muy hábil. Seguramente se quedará callado. Hará creer que es una persecución política, que se hace para matar a su movimiento y a la candidatura de su hija. Esta vez sus partidarios no llorarán, ni se rasgarán las vestiduras. Esta vez quedará solo desacreditar a todo el sistema judicial.

Todos los jueces y los fiscales, todos los abogados lo odian, será su argumento. De nada servirá defenderse ante una persecución de esa magnitud.

Entonces vendrá la siguiente sentencia y seguramente será condenado nuevamente. Falta que explique por qué, de qué manera y con qué dinero compró los votos de congresistas electos. Y luego, tendrá el caso del periodismo corrupto que solventó.

Esta vez ya no saldrán a las calles. Solo habrá algunas declaraciones de sus más allegados. Porque, la verdad, a algunos se sentirán muy mal de defender ciertas cosas, no porque tengan sangre en la cara o dignidad, sino porque será torpe y poco provechoso hacerlo.

Bueno, dirán los inefables: al fin de cuentas, todos roban. Lo importante es que hizo obra. Lo malo es que no pueden decirlo en público. Tendrán que defenderlo en voz baja.
No importa, no importa, pensarán. La voz baja, la indignidad, también puede ganar elecciones.

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