jueves, 22 de noviembre de 2007

Lino Bolaños

Lino Bolaños, músico, poeta, escritor, ha actuado en La Estación, La Taberna 1 900, el centro Cultural Español, el Atrio de la Iglesia San Francisco, Teatro Chabuca Granda, El Ekeko, entre muchos otros lugares. Ha participado como invitado en programas de televisión, en todos los canales de señal abierta y en la radio.

Sin embargo sus actuaciones se realizan ocasionalmente, pues prefiere la intimidad de la composición al estruendo de las presentaciones públicas.

Teléfonos: 4457901 - 97024029

jueves, 18 de octubre de 2007

El Ojo que no mira

Quienes me conocen, saben que no soy socialista. Estoy en contra de los abusos del capitalismo, también. En contra de los sueldos abusivos y en contra de las estatizaciones de las empresas. ¿Es eso factible? Absolutamente. El estado, a mi entender, debe hacer las cosas justas. Como todo en el ser, es el equilibrio entre lo contradictorio, en este caso, entre lo social y lo individual, aquello que mantiene ese punto exacto en el que debemos caminar.
Además, habemos millones de personas que pensamos así. Espero, eso sí, no estar en ningún rebaño. Intento, por eso, mantener mis ideas, a menudo contra la corriente.
Creo en los derechos de las mayorías, pero tanto como eso, creo en los derechos de las minorías. Por eso, soy demócrata. Por eso estoy en contra de todas las dictaduras y totalitarismos. Hablando del Perú, nadie puede acusarme de ser de izquierda y menos caviar.
Digo todo esto, por la indignación de ver cómo una obra de arte, cuyo fin es mantener la memoria colectiva e invitar a la reflexión, en contra de la violencia, es destruida. Esa actitud indica que muchos no han entendido nada. No pueden ni quieren profundizar acerca de lo que pasó en nuestro país.
Y no entender puede ser la causa más profunda para que se repita aquella guerra sin sentido que nos consumió por tanto tiempo, con Sendero Luminoso.
Ver solo la parte superficial del asunto es fácil. Es fácil ver los resultados y condenar, exigir represión y más violencia sobre la violencia. Es fácil proponer, nuevamente, la teoría de tierra arrasada si esto vuelve a suceder, cosa absolutamente posible.
Hay que pensar un poquito más. No será demasiado esfuerzo. El terrorismo surgió por muchas razones: condiciones de miseria, exclusión, racismo, ignorancia, manipulación, insania, odios concentrados, acumulados por siglos, dejadez del estado, abandono, falta de oportunidades, impotencia. Nada de eso ha cambiado.
Los terroristas son criminales abominables. Muchos de ellos, sin embargo, también son víctimas de un estado y de una actitud indolente e indiferente, de la que todos somos responsables.
Destruir un monumento en el que se recuerda a las víctimas es de una torpeza. Demuestra claramente que los miembros de esa pandilla, ven solo el lado atroz del terrorismo, pero no reflexionan acerca de sus causas. Pretenden implantar los métodos errados que, justamente agravaron el problema.
Es necesario que se vea, que se discuta, que se piense, alguna vez como seres humanos. Soy de los que creemos, no en el socialismo, pero sí en la igualdad.
Es necesario comenzar por lo obvio. Decirles a estos exaltados que los hombres del campo no son más ni menos que nosotros, los habitantes de la ciudad. Hacerles ver la enorme herencia cultural que resguardan y la enorme deuda que tenemos con ellos. Mostrarles que las provincias existen. Crear mecanismos para que todos los ciudadanos accedan a la educación, pero respetando sus particularidades, su lengua y su cultura.
Todo matón es un cobarde, dice un amigo mío. En este caso, la cobardía representa el miedo a enfrentarse a la verdad.

viernes, 12 de octubre de 2007

Democracia y representación

Muchos son los escándalos que han quitado credibilidad al Congreso y al estamento político del Perú. El gran problema del Congreso, no es de presupuesto ni de la calidad de los asesores. No solo es cosa de establecer normas de transparencia, de controlar los gastos, de normar y de tener inspectores eficientes.
El problema es mucho más de fondo. Proviene de la falta de ética y de principios de los legisladores y, esto es lo más triste, de los que los eligen.
Proviene de la concepción de la mayoría de los peruanos de que la política, la acción pública, los cargos y la acción humana sirven únicamente para satisfacer intereses personales. Es la falta de sentido de pertenencia a la comunidad una de nuestras mayores tragedias.
El sentido de pertenencia hace posible el desarrollo de la especie humana. La satisfacción de los deseos personales que no se sujeta a este sentirnos parte de una comunidad, de un territorio y de un todo, trae la degradación de las acciones y de las personas que las ejecutan. (Si, por ejemplo, no entendemos qué es pertenecer a una familia, será difícil entender qué sentido tiene amar al barrio, a la patria y a la humanidad).
La calidad de muchos congresistas es lamentable. No estoy hablando de su formación cultural, de su uso del castellano, de su formación profesional. Estoy hablando de algo que no debería siquiera ser mencionado. La calidad moral de un padre de la patria, de un guía, debería darse por descontada. Desgraciadamente, suele ser al revés.
Muchas cosas deben hacerse a este respecto. Una de ellas es la inmediata revisión de los conceptos de democracia. Es necesario crear normas que permitan que sean verdaderos hombres decentes quienes puedan obtener cargos de responsabilidad ciudadana. Esta es una necesidad urgente y un clamor ciudadano.
Paradójicamente, solo profundizando la democracia es esto posible. Democracia no para las tribunas ni para satisfacer la grita. Democracia que establezca criterios verdaderos, que convoque a las personas por sus capacidades y no por su inversión de dinero en la campaña.
La democracia no es el ciego respeto por las estadísticas ni por la opinión de coyuntura. Si fuera así, nadie pagaría impuestos y tendríamos pena de muerte o linchamientos. Las guerras ya habrían acabado con la vida humana. No existirían criterios técnicos para decidir nada. Y seguramente, bastaría para los políticos con repartir pan y organizar circos como en la época del Imperio Romano. Recordemos que el promedio de edad mental de nuestro país es de doce años.
La democracia representativa entrega el poder a ciudadanos en quienes se confía por tener un conocimiento superior, una formación política y una trayectoria de experiencia, que pueda decidir los temas sustanciales en nombre de la mayoría. Esta debe, a su vez tener representación de las minorías, para equilibrar las cosas e impedir el absolutismo en las decisiones.
De esta manera, la población, que suele no estar informada al detalle de las cosas, es representada. Por eso, la calidad moral de los representantes no debería siquiera discutirse. Es una condición sine qua non.
Es necesaria, entonces una verdadera reforma constitucional que varíe el sistema de elección de los políticos.

Contra la pena de muerte

A mucha gente le encanta la idea. Son tan firmes y seguros para condenar a los demás; se sienten tan limpios de corazón y de alma que creen tener el derecho de decidir quién vive y quién no.

El mundo, claro, está así, por culpa de los malos, de los otros, de los criminales, de los malditos. “Nosotros”, los “buenos”, debemos protegernos de ellos. Entonces, van a misa, comulgan y sus almas pías se irán al cielo. Los otros tienen destinado el infierno.

Sería terrible sentirnos superior a ellos. No nos sintamos más que los fariseos, pero tampoco más que los asesinos.

Una sociedad que asesina no es mejor que el asesino a quien mata.

Que hay que proteger a la sociedad, claro que sí. De eso se trata el asunto: de hacer que se cometan menos crímenes.

Esa es la verdadera discusión. ¿Cómo proteger a los niños de violaciones?: llevando a cabo políticas sociales, de prevención, permanentes. Informando, creando mecanismos de seguridad a partir del uso eficiente de la tecnología, preocupándonos en serio del asunto, estableciendo políticas cuidadosas de selección en los colegios. Promoviendo encuentros, discusiones, acciones y coordinando entre los diversos sectores sociales. Y claro, llevando procedimientos judiciales adecuados.

¿Muerte para los violadores de niños? ¿Y luego? ¿Muerte para los asesinos? ¿Y luego? ¿Muerte para los ladrones, para los estafadores, los políticos tramposos? ¿Y luego? ¿Muerte para los verdugos? ¡Que impere la muerte sobre el mundo!

Crear una sociedad justa, construida sobre la justicia y no sobre la pasión, sobre la rehabilitación, no sobre el linchamiento, ese es el verdadero sentido que el mundo merece.

Si un asesino mata a alguien, amparado por la oscuridad, por la clandestinidad, por el poco respeto a la ley, es horrible; cuánto más horrible será que la sociedad amparada por las leyes quite la vida a un ser humano. ¿Qué es lo que defiende, entonces, la sociedad?

Los puros de corazón, los libres de pecado, los fariseos, tendrán que cuidarse de todos nosotros: los pecadores. Ha comenzado, entonces la matanza.

jueves, 11 de octubre de 2007

La izquierda y la derecha del Siglo XXI

Debemos meditar si la definición de la izquierda, o de derecha, que proviene de la Revolución Francesa, y que sigue siendo un punto de referencia para muchos, puede aplicarse a la realidad de este siglo y al devenir de los procesos sociales.

La izquierda busca el cambio. Pero sucede que el cambio es casi una vorágine en estos tiempos. Es tan rápido, que somos testigos de revoluciones sin que nos percatemos de ellas. La derecha tiene pavor del cambio, por definición, posición absurda a estas alturas.

Luego de la revolución sexual, a partir del efectivo control de la natalidad, lo que conllevó el acceso al poder de las mujeres; luego de la conquista de nuevos ámbitos de la tierra y del espacio, de las que hemos sido testigos: luego de transformaciones dramáticas en la propiedad de los medios de producción, a partir de una tecnología que pone la información, la tecnología y ciertas áreas de la riqueza en manos de mayores sectores de ciudadanos, ¿a qué podemos llamar izquierda?

El concepto de la propiedad del estado de los medios de producción resulta ya un contrasentido, pues el estado representa siempre los intereses de los que tienen el poder y estos siempre son personas, antes que representantes de una clase social.

Defender los intereses de la mayoría de los ciudadanos no es necesariamente una opción “de izquierda” si esta defensa implica la concentración del poder y de los bienes en unas cuantas manos.

Hoy se nos presentan nuevos retos que solucionar: la defensa del patrimonio común de la humanidad: el aire, la tierra, las especies, el medio ambiente, la defensa de la vida, la lucha contra el racismo y la honradez de los gobernantes y de la sociedad.

Hoy, luchar contra el consumo desmedido no es una opción necesariamente de izquierda. Es una opción humana y necesaria de sentido común. Hoy, defender los derechos de los trabajadores, no se trata de una cuestión ideológica, sino de sentido común.

La definición de izquierda o derecha es caduca. Sin embargo, desde ambas trincheras, siguen unos desconfiando de los otros, incorporando sus miedos y sus posiciones cerradas al devenir de la sociedad.

lunes, 8 de octubre de 2007

Compatriotas

Compatriotas
Compatriotas peruanos y de otros lugares de la tierra, o del cielo
Compatriotas Humanos, extraterrestres, extra humanos y extracelestes

Compatriotas de casa
Que me mostraron ladrillos, cemento y muros eternos y carcomidos

Compatriotas de mimbres,
De brillantes losetas
Y cuidadas plantitas

Compatriotas de los interiores de uno
De aquellos viejos caminos
Los primeros
Entre las patas de las mesas
Que nos amamantaron de recuerdos y de razones

Compatriotas de las calles
Que nos hicieron
Nos elevaron y nos tiraron
Para revolcarnos
Entre lodo y humo y secretas fragancias
Para volvernos a levantar
Sucios y triunfantes de tan derrotados
Muertos y resucitados
Como dioses de carne

Compatriotas de los árboles, los escupitajos y el cemento
Que dibujaron
Suavemente nuestro pasado y nuestras arrugas como rutas enloquecidas de autos en los que embarcábamos a la luna

De las calles donde escalamos
Y nos trompeamos
Y nos enamoramos
De aquellas muchachas
Con cortas faldas
Y sonrisas enredadas en sus cabelleras

Compatriotas
De las noches
Y las preguntas

Compatriotas poetas
Que me enseñaron
A sacar leche de las estrellas
Y a abrir puertas
A las dimensiones
De los arcos, las piedras, las borracheras y las cornisas

Compatriotas músicos
Equilibristas de sonidos
De atronadores silencios
Que caminan de puntitas
Para meterse
Allí
En el preciso quiebre de la luz
En el matiz
Más recóndito
De la bondad y la pregunta

Compatriotas todos
De toda todidad

Yo les prometo
Un canto sin fin y sin linderos
Un canto apropiado y despiadado
Donde reconocer el cielo y las veredas

Yo les prometo
Las hojas abiertas
Los capullos encerrados
Los intereses bancarios convertidos en libélulas
Las oficinas
En ráfagas encendidas
Y los diciembres
En hielo seco

Les prometo
Discursos vacíos
Y bolsillos llenos en la piel húmeda
Y plegarias a la tierra
Les prometo
Una y otra vez
Esta promesa
Que me hace
Y me deshace

Les prometo carreteras doradas hacia el paraíso de las palabras
Largas carreteras que caminarán solas y nos llevarán sin saber adónde vamos
Hasta enfrentarnos a los espejos, a los sueños que somos y que nos derrotan.

Yo les prometo la vivienda
Aquella de huesos, manos y corazones
Con parques y casas internas e infinitas
Para que habiten en sus huesos y sus plegarias


Les prometo todas las promesas del mundo
Para que se regocijen
Y se vean en ellas
Y se anuncien a una tierra verdadera
De canto sin fin

Les prometo promesas nunca cumplidas
Como todas las promesas

Voten por mí
Y se abrirá la luna para salir por todos lados
Y uno a uno desentrañaré los planetas
Para convertirlos en puntos y comas

Voten por mí
Y les daré empleo
Para convertir el tiempo en fragatas en las que podamos al fin partir hacia el sol

Aplaudan al orador
Adorador de momentáneos dioses
Aplaudan
A este yo
Que les trae
Este momento
Para ser
Por fin
Lo que somos

Hoy tendremos pisco y butifarras
Para saciar la sed
Y tantos apetitos

Para hartarnos de luz
Mientras podamos
En este maravilloso instante que es la vida

Para gozar como humanos o como hormigas, o como chanchos, o como dioses, o como criaturas de sabiduría de placer de cada instante

Voten por mí
Voten por ustedes
Al momento final
Dense un voto de confianza
Y gocen este momento
En el sabor
Eterno
Y deleznable
Como cascajo
En los caminos

Muchas gracias