jueves, 11 de octubre de 2007

La izquierda y la derecha del Siglo XXI

Debemos meditar si la definición de la izquierda, o de derecha, que proviene de la Revolución Francesa, y que sigue siendo un punto de referencia para muchos, puede aplicarse a la realidad de este siglo y al devenir de los procesos sociales.

La izquierda busca el cambio. Pero sucede que el cambio es casi una vorágine en estos tiempos. Es tan rápido, que somos testigos de revoluciones sin que nos percatemos de ellas. La derecha tiene pavor del cambio, por definición, posición absurda a estas alturas.

Luego de la revolución sexual, a partir del efectivo control de la natalidad, lo que conllevó el acceso al poder de las mujeres; luego de la conquista de nuevos ámbitos de la tierra y del espacio, de las que hemos sido testigos: luego de transformaciones dramáticas en la propiedad de los medios de producción, a partir de una tecnología que pone la información, la tecnología y ciertas áreas de la riqueza en manos de mayores sectores de ciudadanos, ¿a qué podemos llamar izquierda?

El concepto de la propiedad del estado de los medios de producción resulta ya un contrasentido, pues el estado representa siempre los intereses de los que tienen el poder y estos siempre son personas, antes que representantes de una clase social.

Defender los intereses de la mayoría de los ciudadanos no es necesariamente una opción “de izquierda” si esta defensa implica la concentración del poder y de los bienes en unas cuantas manos.

Hoy se nos presentan nuevos retos que solucionar: la defensa del patrimonio común de la humanidad: el aire, la tierra, las especies, el medio ambiente, la defensa de la vida, la lucha contra el racismo y la honradez de los gobernantes y de la sociedad.

Hoy, luchar contra el consumo desmedido no es una opción necesariamente de izquierda. Es una opción humana y necesaria de sentido común. Hoy, defender los derechos de los trabajadores, no se trata de una cuestión ideológica, sino de sentido común.

La definición de izquierda o derecha es caduca. Sin embargo, desde ambas trincheras, siguen unos desconfiando de los otros, incorporando sus miedos y sus posiciones cerradas al devenir de la sociedad.

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